Análisis y revistas coetáneas
El título La Flaca ironiza con la situación del pueblo español, ya que con la escúalida matrona con escudo y corona de laureles, acompañada de un león tan raquitico como ella que encabeza la portada, la imagen de la revista revisita con su peculiar pespectiva la alegoría impuesta en el siglo XIX de la pareja formada por matrona y león, símbolos respectivamente de la alianza entre la monarquía y el pueblo, dando a entender gráficamente que ésta se había quedado reducida a los huesos, es decir en su mínima expresión.
Posiblemente se trata de una réplica de la publicación también satírica La Gorda, publicada en Madrid, que a pesar de subtitularse liberal era de un carácter bastante antiliberal o si se prefiere de un estilo más conservador, que surgió para competir con esta; o sus réplicas más futuras como La Mosca (1881-83), El Motín (1881-1926) o el semanario gráfico barcelones El Loro (1879-85) este último con el que compartía colaboraciones de igual manera de litografías en color del mismo Tomás Padró. Publicó como Gil Blas caricaturas a doble página, pero usando lo que la calificaría de revolucionaria: el color. Comparte también amplias similitudes con la histórica revista inglesa Punch, de la misma época, en particular por sus caricaturas satíricas, aunque La Flaca estaba más centrada en las de tipo político que en la crítica social en las que se centraba Punch.
Está considerada por diversos historiadores como la publicación más incisiva y crítica de la realidad de su tiempo. Poseía buenos colaboradores; los textos aparecían sin firmar o con pseudónimo, pero lo más destacable es la calidad de sus ilustraciones, realizadas en cuatricromía por Tomás Padró. La revista La Flaca publicó escritos en prosa y en verso, con un cuerpo de texto base grande (en torno a 11 o 12 puntos), y titulines a una columna ligeramente mayores, separados por plecas bastante simples una veces y más historiadas en otras ocasiones. La calidad de su papel fue sobresaliente para la época. Se impone por la vistosidad de sus representaciones gráficas que ocupan cada vez más espacio, saltando éstas de la cuarta página a las ya mencionadas dos páginas centrales con gran lujo de colores y formas. Las caricaturas marcaron época, fijando el estilo y el tipo de caricaturismo político español del siglo XIX.
Historia
En los primeros años La Flaca realizó una férrea oposición al General Prim, hasta que con el número 100, se suspende la publicación en el verano de 1871. Comenzando a realizarse, en base a la primera suspensión, sus cambios de nombre (La Carcajada, La Risotada, La Risa), recuperando después su título primitivo de La Flaca. A partir de 1872, al iniciarse la 3a guerra carlista, continuando publicándose bajo diversos títulos (La Madeja política, El Lío, La Madeja), se mostró claramente anticarlista, hasta el punto que aquella se convirtió en el único motivo de su existencia; dejó de publicarse al acabar la guerra, con el número La Paz ¡bienvenida seas!.
Los primeros números de esta revista se pueden ver en la colección digital de la Biblioteca Nacional de Madrid (www.bne.es). La biblioteca de Ciencias de la Comunicación de la UAB tiene una colección completa.
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