domingo, 2 de mayo de 2010

El «Teneguía», último volcán que sacudió a España en 1971

El «Teneguía», último volcán que sacudió a España en 1971
El «Teneguía» durante las erupciones de 1971
Actualizado Miércoles , 28-10-09 a las 16 : 27
«La hermosa isla canaria de San Miguel de La Palma está agitada en sus entrañas por la fuerza misteriosa e incalculable de un volcán», contaba ABC el 6 de noviembre de 1971 en primera plana. El acontecimiento no era para menos: el 26 de octubre de ese año, el volcán de Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, había entrado en erupción, «vomitando gases y lava que brota de una profundidad de veinte kilómetros» y «ensombreciendo el cielo con la nubes grises de las cenizas». Era, hasta el día de hoy, la última erupción volcánica que se ha producido en España.
El «fascinante espectáculo de este despertar rugiente del subsuelo» duró hasta el 18 de noviembre, lo que puede considerarse una de las erupciones más cortas de la histórica de Canarias, sobre todo si se la compara con la que duró seis años, en Lanzarote, en el siglo XVIII.


Al igual que en las otras 16 erupciones volcánicas documentadas, en esta no se produjo ninguna víctima mortal, gracias, entre otros factores, a la baja densidad demográfica y a la escasa fluidez de las lavas que se emiten en los volcanes canarios.

«Durante la noche -contaba ABC-, la lava incandescente desciende con lentitud hasta encontrar el mar y forma una corriente roja y brillante, que mantiene expectante a cientos de los curiosos que han invadido la isla», cerca del municipio de Fuencaliente en el que se encuentra el volcán.

El nombre de esta población viene, precisamente, de una fuente de aguas calientes, de origen volcánico, que fue famosa desde la conquista y que fue cegada y destruida por una erupción volcánica en 1676. El cono volcánico de esta erupción fue bautizado con el nombre «Teneguía», por un roque cercano al lugar.

Ante la ausencia de peligro, «los habitantes que días atrás abandonaran algunas barriadas» regresaron a casa a contemplar las sacudidas del volcán y «el fulgor intenso que encendía las noches apacibles de los poblados más próximos».

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