Miguel Brito Rodríguez (1876-1972) fue un hombre polifacético, pero su tierra, Canarias, le debe, sobre todo, el cinematógrafo del que fue pionero. Mañana lunes se cumplen 109 años desde que una proyección suya en el "hall" sirviera para inaugurar la luz eléctrica del teatro Guimerá el 19 de marzo de 1898. Brito ya tiene una calle con su nombre en la ciudad, pero sería positivo retomar la idea, que no fructificó en su momento, de dedicarle un merecido homenaje especial por esta efeméride.
La iniciativa se planteó en la etapa como concejal de Cultura de José Antonio Rodríguez Lorenzo, con motivo del 105 aniversario del acontecimiento. Consistía en iluminar el teatro como en aquella época, con idéntico encuadre de cámara, y descolgar durante el acto una gran fotografía del cineasta, pero el cambio en la concejalía frustró la posibilidad.
Brito había pedido permiso para proyectar en el Guimerá, no en todo el teatro porque era imposible entonces, pero antes, por el retraso en la inauguración de la incipiente electricidad, lo había hecho el 13 de abril en los bajos del Círculo Mercantil.
Miguel Brito fue un pionero, ya que desde la primera proyección de los hermanos Lumiere en París el 28 de diciembre de 1895, apenas pasó un año para la suya en La Habana (Cuba) a donde había partido y desde donde regresaría para inaugurar la luz eléctrica del Guimerá, entonces teatro municipal, ese 19 de marzo de un año tan especial por la pérdida de las últimas colonias españolas. Por aquel entonces, nuestro protagonista iba de pueblo en pueblo dando a conocer el nuevo invento que revolucionaría el siglo XX.
Brito nació en Santa Cruz de La Palma y vivió en Santa Cruz de Tenerife, en la calle Prosperidad del barrio de Salamanca y luego en Duggi, tanto en la Rambla de Pulido como en la calle Sin Salida.
Fue el primero en proyectar cine en Canarias y, además, actor, escritor, poeta, fotógrafo y grabador, pero, sobre todo, un artista integral. Con 20 años marchó a Cuba y allí compró uno de los primeros kinetoscopios o cinematógrafos con el que regresó a Canarias. Realizó el reportaje de la vista de Alfonso XIII en 1906, lo que le valió el título de "fotógrafo real".
Operador del histórico cine La Paz durante más de veinte años, en 1941, Miguel "el del cine" como lo conocían, se casó con la cubana Blanca Rosa Padilla Cabrera, 34 años más joven, mujer de gran nivel literario que falleció en septiembre de 2000 a los 91 años. Antes, en 1974, había donado la colección de más de 2.000 placas tomadas en La Palma por su marido a finales del siglo XIX y principios del XX.
A Brito se le reconoció en 2001, aunque desde 1999 había acuerdo, con una calle en la zona de El Chapatal, la anexa a Unamuno o 603, ahora Cineasta Miguel Brito. Entonces se recogieron más de 500 firmas para recordar a un canario "libre y bueno", cuya azarosa vida deben conocer las nuevas generaciones.
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